¿Quién no ha tenido alguna vez uno de “esos días”? Lejos de referirme al ciclo menstrual, apunto a aquellas veces en la que nos sale todo mal. O, al menos, eso es lo que nos parece. Cada día me convenzo más de la complejidad que nos caracteriza a las mujeres, por lo cual infinidad de cosas nos pueden arruinar un día o un momento. Ejemplos sobran! El jean que amás no te cierra. Entonces, puteás un rato por haberte clavado un paquete de frutigran con el mate porque no tuviste tiempo para almorzar como la gente. Después le echás la culpa al tránsito lento. Y, por último, buscás en el ropero el pantalón negro "gauchito" que te salva siempre, resignada y con un bajón total. Otra situación: tu hijo te avisa a las nueve de la noche que tiene que llevar un mapa de Kamchatka (con división política, eh)y hacer veinticinco ecuaciones para el día siguiente. Olvidate de sentarte a charlar con tu marido o de ponerte a leer un rato para relajarte antes de dormir. O, simplemente, pusiste un rato la tele para que te haga compañía mientras armás una comida decente a la que tu familia pueda reconocer como "cena". Encontrás una peli que pasan hasta el hartazgo, pero la dejás porque te gusta: Jerry McGuire. La escena: un lacrimógeno y adorable Tom Cruise le dice a Reneé Zellwegger: “You complete me/Tú me completas” y, al mirar hacia el costado, caés en la cuenta de que ese romaticismo mágico hace siglos que dejó de existir en tu pareja... o peor, aún: ¡que estás más sola que la luna!, parafraseando a Joaquín Sabina.
Pese a todas estas catástrofes, nena, creeme que siempre existe una esperanza. Aunque el día esté gris, aunque la celulitis haya llegado para quedarse. Aunque tus hijos te saquen canas verdes, como decía mi vieja. Aunque a veces sientas que tu mundo se desmorona y que nadie te entiende... No te sientas sola, porque todas pasamos por esos momentos. Retomando mi concepto anterior, las mujeres somos seres maravillosos, complejos y multifacéticos. Y, justamente por ello, podemos dejar de tener un día espantoso si nos regalan una flor, si nos llama una amiga de la cual hace rato no tenemos noticias, o si “pescamos” a nuestra hija haciendo algún gesto que copió de nosotras.
Nena, si tu día arrancó “para atrás”, hacé que se vuelva “para adelante”: poné tu tema favorito y cantá a toda garganta. Prepará una rica comida (o pedila por delivery) para compartir con alguien querido, o CON VOS MISMA. Mirate una peli híper romántica y llorá a moco tendido. O calzate el jogging, el mp3 y salí a correr un poco. Hacete un pequeño mimo, porque te lo merecés. Y vas a ver que se todo se pasa. Porque lo mejor de los malos días, justamente, es eso: SE PASAN.
Pese a todas estas catástrofes, nena, creeme que siempre existe una esperanza. Aunque el día esté gris, aunque la celulitis haya llegado para quedarse. Aunque tus hijos te saquen canas verdes, como decía mi vieja. Aunque a veces sientas que tu mundo se desmorona y que nadie te entiende... No te sientas sola, porque todas pasamos por esos momentos. Retomando mi concepto anterior, las mujeres somos seres maravillosos, complejos y multifacéticos. Y, justamente por ello, podemos dejar de tener un día espantoso si nos regalan una flor, si nos llama una amiga de la cual hace rato no tenemos noticias, o si “pescamos” a nuestra hija haciendo algún gesto que copió de nosotras.
Nena, si tu día arrancó “para atrás”, hacé que se vuelva “para adelante”: poné tu tema favorito y cantá a toda garganta. Prepará una rica comida (o pedila por delivery) para compartir con alguien querido, o CON VOS MISMA. Mirate una peli híper romántica y llorá a moco tendido. O calzate el jogging, el mp3 y salí a correr un poco. Hacete un pequeño mimo, porque te lo merecés. Y vas a ver que se todo se pasa. Porque lo mejor de los malos días, justamente, es eso: SE PASAN.
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